Y llego el dia de Friburgo una cuenta pendiente mía desde hacia muchos años. Y la verdad es que la ciudad no defraudo. Llena de vida, de rincones bonitos y de oferta culinaria. Como siempre llegamos buscando la catedral que se alzaba impresionante. Fuera en la plaza, un mercado de comida que nos abrió el apetito, así que cayeron un par de salchichas de las buenas. Tras visitar la estupenda catedral a callejear por la calles adornadas con adoquines de antiguos gremios, bonitas fuentes y estrechos callejones. Paradita para dar cuenta de un par de cervezas y comida en una especie de mercado lleno de restaurantes que te hacían la comida al momento y que como siempre tenían mejor pinta visual que degustativa. Atun a la plancha con arroz con salsa y un mix de ensaladas típicas, con una de las estrellas del viaje, la ensalada de arenque con remolacha.
Desde Friburgo tiramos hacia el famoso lago resort-vacacional Titisee. Parece ser que tuvimos suerte y lo pudimos disfrutar sin mucha aglomeración de turistas. Paseo por las orillas, miradores y paraditas mientras disfrutabamos de sendos helados.
Y camino de Baden hicimos una pequeña parada en Gengenbach que leímos que posiblemente era el pueblo mas bonito de la selva negra y que a nosotros nos pareció mas de lo mismo. Bonito si, pero sin nada destacable.
Finalizamos el dia en el hindu de Baden, Namaskar. Aceptable menu degustación con 4 platitos con arroz y Nan. El pescado tika estaba estupendo.