Tercer dia, el de nuestra primera caminata y …. lluvia. La ley de Murphy hizo su trabajo y los dos unicos dias donde nos llovio en cantidad fueron los dos que teniamos que hacer caminata en la montaña. Pero he de decir que casi fue un alivio ya que rebajo la temperatura y a mi personalmente andar bajo la lluvia sabiendo que al final del camino te espera una ducha caliente y un cambio de ropa siempre me ha producido mucho placer. En fin al lio que me disperso. Nos levantamos pronto para poder coger el primero de los tres trenes que teniamos que pillar hasta llegar a Magome mas un autobus. Habiamos pasado una mala noche porque las camas y las almohadas del hotel eran horribles y una tonica bastante frecuente en este viaje. Llegamos a la estacion entre agua, adormilados y con el cuerpo dolorido solo asi puedo entender que cuando Lolita, bajando por las escalares mecanicas de la estacion vio un gorro que alguien se habia dejado, alargo la mano como si nada y se lo agencio metiendoselo en el bolso con un movimiento gracil y disimulando como si nada hubiera pasado. Lola es una caja de sorpresas. Nos compramos las provisiones y ala traquetear por las vias.
En Nakatsugawa que es donde teniamos que coger el autobus a Magome coincidimos con una serie de personajes que nos acompañarian durante un par de dias. Una pareja de ingleses septuagenarios y otra de franceses. Alli mientras esperabamos el autobus Lola consiguio tras tres horas de insitencia que me comprara un paraguas (ella ya tenia uno). Por fin llegamos a Magome y empezabamos el Nakasendo Trail, una pequeña caminata de 8 kilometros que une los pueblos tradicionales de Magome y Tsumago, que forma parte de la antaño extensa ruta que unia Kioto con Tokyo en el periodo Edo. El inicio de la ruta atravesando Magome es un poco subida pero se hace bastante bien. Luego la ruta prosigue entre arboles, montañas, prados verdes, niebla y campanas para ahuyentar a los osos.
A pesar de los paraguas llegamos a Tsumago mojados, hambrientos y sucios. Paramos en el 中華そば三殿社中 a la entrada de Tsumago, un restaurante especializado en Ramen, la comida perfecta dada las circunstancias que nos sirivieron con unos takoyakis y un poco de Karaage. Nos alojamos en un Ryokan tradicional, el Fujioto. Teniamos la cena a las 18, asi que salimos a dar una vuelta por el pueblo, poner unos sellitos en la oficina de turismo (algo estaremos haciendo todo el viaje) y acabamos en el Onsen del Ryokan dandonos un baño de agua caliente antes de la cena.
Esta consistio en el tipico Kaiseki de numerosos platos con cosas diversas. A nuestros lados varias familias pijas hacian tomaban lo mismo que nosotros. Al acabar no tardamos en irnos a dormir o al menos intentarlo mientras nuestras espaldas se cagaban en nuestras muelas.
Vamos a explicar el tema del gorro. Escenario: estación de Takayama, 6 de la mañana, desierta, únicos paseantes la menda y el escribiente. Veo el gorro y tengo una doble intuición, primero, que me puede ir bien para la que nos espera, dos, quien lo haya perdido ni sabrá dónde y ese pobre gorrito monísimo se va a quedar ahí huérfano para siempre… conclusión, ha encontrado una nueva cabeza sobre la que proseguir su viaje… la mía. Muy tranquila con mi decisión. El sombrerito descansa feliz en casa, en su nueva vida en Barcelona!
«Food is forever.» (The Nanny, Fran Dresher)
The umbrella was a good idea!
Your pics are incredible!
And so is your beard.
I love Lolita! She and I know how to «shop» for hats ❤️
Come on Susana don’t give her ideas… Thanks for being there.