Después de un montón de tiempo sin pasarme por aqui, vuelvo para contaros mi ultimo fin de semana por Madrid. Lola tenia un evento de trabajo allí y me dijo que la acompañara y como hacia tiempo que no teníamos una de nuestras aventuras a cuatro ruedas le dije que vale. Craso error. La verdad es que estábamos tan cansados que ni la musica ni el mundial pudieron evitar que en un momento dado me pusiera a aullar (eso fue cerca de Zaragoza a la vuelta y solo me calme con un bocata de calamares y alioli). Como decía la musica no fue nada del otro jueves a falta de mi inspiración pero os dejo el Pleasant Street de Tim Buckley del sábado, el domingo fue una progre sesión temática del Nobody Knows you (When you’re Down).

A la ida como siempre hicimos nuestra parada de rigor en Zaragoza para ir a comer al Trujalico, ya un clásico en nuestros viajes. Pero la primera parada ya auguraba lo infernal que iba a ser el fin de semana. Lola intento aparcar en un parking con predisposición y su conocido estilo. Resultado: el coche alquilado aboyado y rallado gracias a la intima relación de Lola con las esquinas.

La comida en el Trujalico nos dejo añorando la épica de pasadas comidas en el lugar y a Lola dejándome sin la foto de la cuenta. Dimos cuenta de unas cuantas zamburiñas, esta vez con un ligero sabor a mostaza (yo no las recordaba ni mucho menos asi), unas patatas con huevos fritos y gulas (pedimos huevos rotos con puntillas pero eso es lo que nos trajeron) y como yo seguía teniendo hambre pedimos unos boquerones en vinagre y unos caracoles de la abuelas. Todo pasable sin mas. Ya parecemos abuelos recordando mejores tiempos pasados.

Continuamos nuestra ruta para llegar a las afueras de Madrid a casa de una compañera de trabajo de Lola. Con ellos pasamos el mejor rato de este fin de semana con nuestro nuevo hobbie, los juegos de mesa. Grandes anfitriones con dos perros adorables, nos adentraron en los vericuetos del Dead of Winter, un juego de mesa basado en The Walking Dead, con el que pasamos una tarde sensacional. Sobre las 9 salimos pitando hacia el Hotel de las Letras donde teniamos nuestra habitación y donde ademas las dos mozas tenían su evento. Llegue a la habitación congelado de frio y me dispuse a pasar un fin de velada majestuoso con un glovo y una tele enorme donde verme la serie que estoy viendo: Como defender a un asesino. El frio no se me fue, el pedido a Steak Burger fue una broma de mal gusto donde no me enviaron la bebida, me cambiaron los chicken tinders, por queso, y me mal comi una hamburguesa con patatas. Para colmo la tele no tenia Netflix ni me podía conectar a través del navegador, asi que la serie me la tuve que ver en el ordenador. Para colmo acabamos durmiendo en la cama, que como no para rematar la faena eran dos camas individuales unidas.

La mañana del domingo empezo lluviosa y fría. Por suerte el desayuno del hotel era excelente (olvide las malditas fotos…) y salimos con fuerza hacia el Museo Del Prado donde íbamos a pasar la mañana. Lola iba con mucha ilusión porque nunca había estado y la verdad es a pesar del cansancio y de la cantidad de gente que había, disfrutamos con las maravillas allí expuestas. Destacaria sobretodo la sala con las pinturas negras de Goya que esta vez si me atraparon y me dejaron flipando. Os dejo unas cuantos de los mejores cuadros que vimos. (no pongo los típicos de Bosch, Brueghel, Velazquez, Rubens, Sorolla, sino de gente distinta que me atrapo por alguna razón, y por ultimo el cuadro estrella de la mañana).

Después de esto nos aguardaba la peor decepción del fin de semana antes de volver aullando a Barcelona. Habíamos reservado en un japonés para comernos un menú degustación de esos que se auguran antológicos. Recomendado por la jefa de Lola y por la guía Michelin nos decantamos por el Ikigai. Un restaurante que no nos gusto ni por la decoración, ni por el trato, ni lamentablemente por la comida. Demasiado postrero para dejarte esperando en la calle sin preguntarte si estas esperando para entrar y donde te hacen esperar casi 20 minutos para cobrarte la cuenta. Una cuenta que subió casi a 200 euros y de la que apenas se puede rescatar algún sabor. Para colmo cuando escogimos el menú y le preguntamos si algún plato llevaba queso, a la respuesta afirmativa de el y dubitatiba mia (ya sabeis que nos me gusta nada el queso) nos dejo asombrados que no nos ofrecieran otro entrante como recambio sino que se conformo con mi conformismo. (La edad hace que puedas comerte un plato de queso aunque no te guste cuando con 20 años menos te metías el queso en el bolsillo de la bata para no comertelo porque te resultaba imposible). Tan accidentada fue la comida que olvide incluso fotografiar un par de platos de niguiris que nos sirvieron. La vuelta como ya he contado, para el olvido, lo mejor, como siempre, poder viajar con Lolita.

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Thelion

Pues que quereis que os diga...Hare un resumen de los epítetos mas usados por mis admiradores: intolerante, prepotente, salido, antisocial, borde, frio...Pero quien se iba a creer a esa panda de descerebrados...

Won't let the bastards grind me down